Sombras humanas contemplan la magia: un firmamento que se enciende con fuegos artificiales y se transforma en una pintura viva de luces y movimiento. La larga exposición convierte el instante fugaz en una danza etérea, una representación abstracta del júbilo colectivo. Esta imagen no solo capta un espectáculo, sino el asombro compartido de quienes viven San Fermín con el corazón encendido.
