Vemos un buen hombre sanferminero de espaldas, que se detiene frente a la fuente de la cuesta de la Avenida Guipuzcoa, bajando de la capilla de San Lorenzo. Destaca su atuendo casi impoluto frente al color oscuro de las piedras de la fuente, y un pequeño vaso de plástico justo detrás suyo, que denota el comienzo de las fiestas de San Fermín. Un momento de descanso, en un pequeño oasis en donde la pureza del blanco del atuendo tradicional destaca en medio de la imagen. Una imagen que transmite calma, pausa aunque diversión, guerra y disfrute por ese pequeño detalle.
