En medio del bullicio característico de San Fermín, la imagen revela un instante de soledad e introspección. Un hombre cabizbajo, vestido con el tradicional blanco y rojo, permanece sentado junto a una botella de vino. El hotel centenario Maisonnave y los carteles de otras épocas envuelven la escena con ecos del pasado, acentuando la nostalgia del momento. La imagen propone una «cara B» de San Fermín: la pausa silenciosa dentro de la celebración.
